Lo adjudica a la situación económica derivada del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Y afirma que "el nuevo escenario estará signado por mayor desigualdad y pobreza".
Aunque en lo que va del año se registró, en general, “una caída abrupta” de los reclamos y protestas a partir del aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus, en las últimas semanas se aprecia un “leve ascenso de los índices de conflictividad” como consecuencia de la “acumulación de suspensiones, despidos y atrasos salariales en muchas actividades”.
El análisis se desprende de un informe del Observatorio de Conflictividad de la Universidad Nacional de Mar del Plata, que tomó en cuenta las primeras 20 semanas del año.
De acuerdo con el trabajo, coordinado por Agustín Nieto (Conicet-Unmdp), la necesidad sanitaria del aislamiento “tiene consecuencias materiales y sociales que aún cuesta dimensionar”.
“La esperada ‘nueva normalidad’ como escenario post-pandemia se sabe incierta pero consciente de su herencia. El nuevo escenario estará signado por mayor desigualdad y pobreza”, señala.
Nieto hace notar que “la situación de trabajadoras y trabajadores de comercio, hotelería, educación e indumentaria muestran el impacto negativo que el ASPO tiene en las condiciones de vida y trabajo”.
“El aislamiento es necesario, pero su aplicación no es acompañada suficiente y eficazmente por medidas que amortigüen las obvias consecuencias que dicha medida acarrea para las clases populares”, agrega.
A su entender, el impacto de la suspensión de las clases presenciales, junto con la posterior instauración del ASPO en la dinámica conflictual de la ciudad, es directo.
El informe detalla que desde el anuncio de las primeras medidas gubernamentales el tópico Covid-19 se torna excluyente en la agenda periodística local. Esta preeminencia va acompañada de una disminución de notas referidas a conflictos. “Esto se debe a que los conflictos decrecen en el contexto de aislamiento físico, al menos durante estas primeras semanas de vigencia. Luego de su pico previo a las medidas gubernamentales, los movimientos huelguísticos desaparecen para reemerger en las últimas semanas. Para ese entonces, ya modulados por las consecuencias del ASPO”, sostiene Nieto.
De todos modos, “el resurgir huelguístico está muy por debajo de los índices pre-ASPO” y “algo similar ocurre con otras formas de protesta”.